Jodido pero acostumbrado

Hace tiempo que no veo a mi amigo Floren por problemas de salud, míos no de él. Acostumbro a tomar de mañana un cafecito en su bar; tenemos una breve, pero animada plática sobre lo uno, lo otro y lo de más allá; al final siempre hablamos de “lo único”, no, no es sexo, ¡qué también!

Ya digo que hace tiempo que no acudo a la cita diaria en la que desde la puerta y entrando en su local le lanzo un “¡buenos días!, ¿cómo estás?” A lo que él siempre contesta: “jodido, pero acostumbrado” 

Siempre me ha hecho gracia su salida, pero pensándolo bien no deja de ser una autodefensa para llevar con humor lo que nos ha tocado vivir.

Estamos ante la más brutal crisis económica que nunca hayamos conocido, tal vez nunca se conozca otra peor. A los parámetros macroeconómicos se les ha diagnosticado un enfriamiento atípico que ha elevado la temperatura social. Sabios doctores de las finanzas, expertos en desgobiernos, nos imponen un estricto tratamiento, durísimo, que va a afectar seriamente distintas partes del cuerpo social. Además ya nos advirtieron que iba a ser largo, muy largo.

Los sacrificios personales se suceden sin que veamos remedio, la epidemia se ha extendido por todo el país y no paran de aparecer nuevos contagios. Todo ello podría llevarse con estoicismo si de verdad creyéramos en la terapia. 

No solo no creemos sino que vemos como existen dos tipos diferentes de posibles pacientes. Por un lado, todos aquellos que contagiados corren el riesgo de la enfermedad como una espada de Damocles y los que ya la han desarrollado y sufren sus síntomas y dolencias; por otro, aquellos que encerrados en su torre de marfil se hallan bien protegidos contra la epidemia y ven con desdeño lo que sucede fuera de su entorno.

Abundando en la tragedia, resulta que ellos mismos son el origen de la misma. Debido a sus viciosas prácticas de riesgo han transmitido la enfermedad a la población sin sufrir ellos ni un signo. A ellos la crisis les ha hallado convenientemente vacunados y con las defensas bien altas de manera sospechosa. Es de lógica pensar que quien tiene como responsabilidad la salud de la nación posea información privilegiada y la utilice para escapar sin decoro de las garras de la plaga.

Sin decoro y, pienso que con responsabilidad criminal; claro que será harto complicado obtener la imagen de los (ir)responsables en el banquillo cuando controlan como mínimo dos de los tres poderes básicos en una democracia.

Nos quedaría tan solo el recurso del pataleo y el mal humor. Ni siquiera eso, pues la canallada que nos gobierna pretende acallar por la fuerza, con la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, los gritos agónicos de esta ciudadanía a la que intentan convertir en súbditos.

La Revolución Francesa será un capítulo excluido en la historia de España.

Volviendo al principio, a mi amigo, sé que no es verdad. Es una jocosidad que permite iniciar el día con una terapéutica sonrisa. 

En realidad, no puede, ¡no podemos acostumbrarnos!


Ignacio Achútegui Conde 
Logroño, 1 de diciembre 2013

Publicado en el Diario La Rioja el domingo 8 de diciembre de 2013

Comentarios